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¿Por qué hay síntomas que no se resuelven solo con terapia física?

Como fisioterapeutas, no son pocas las veces en que tratamos con pacientes que, a pesar de cumplir con rigor sus sesiones y ejercicios, no muestran la mejoría esperada. Aparece entonces una pregunta incómoda pero necesaria: ¿qué más está influyendo en este cuadro? Esta duda, lejos de deslegitimar nuestro abordaje físico, nos abre la puerta a una comprensión más amplia del paciente.

La Fisioterapia Energética Integrativa (FEI) propone integrar esta visión ampliada, reconociendo que el cuerpo no es sólo un conjunto de músculos, articulaciones y tejidos, sino también un campo donde se manifiestan emociones, pensamientos y vivencias no resueltas. Entender esto no nos aparta de la evidencia, sino que nos hace clínicamente más efectivos.

¿Cómo identificar un componente energético en una lesión persistente?

Un paciente acude con una lumbalgia que, tras varias semanas de tratamiento convencional, persiste. Ya se han descartado lesiones estructurales graves. El dolor parece «mudarse»: un día es más intenso al levantarse, otro día tras una discusión. Hay días que no duele. ¿Cómo explicarlo desde lo puramente biomecánico?

La FEI plantea que estos síntomas pueden tener un origen en lo que denomina “carga energética”. Es decir, acumulaciones de estrés emocional, bloqueos relacionales o vivencias no expresadas que afectan el tono muscular, la postura y la percepción del dolor. La zona lumbar, por ejemplo, está vinculada simbólicamente con el sostén, lo económico, la sensación de seguridad. ¿Cómo está ese aspecto en la vida del paciente?

Estos casos no son aislados. Se repiten con frecuencia, especialmente en pacientes que han atravesado situaciones de alto impacto emocional: una separación reciente, la pérdida de un ser querido, o incluso un conflicto laboral que se ha prolongado en el tiempo. El cuerpo encuentra una vía de expresión cuando la palabra no ha sido suficiente. Y lo hace en forma de tensión, rigidez, inflamación o dolor.

¿Qué podemos hacer desde la consulta?

No se trata de psicologizar la sesión ni de hacer diagnósticos emocionales. Se trata de observar. Escuchar el relato del paciente más allá del síntoma: ¿qué pasaba en su vida cuando comenzó la dolencia? ¿Qué pensamientos o emociones se activan cuando el dolor aparece? ¿Qué parte de su cuerpo siente como «cargada» o «bloqueada»?

La palpación consciente, la observación del tono de voz, la respiración y el contacto visual se convierten en herramientas clínicas tan válidas como el test de SLR. En muchos casos, simplemente dar espacio a que el paciente reconozca un conflicto no verbalizado puede ser el inicio de una descarga profunda.
También podemos valernos de técnicas de evaluación energética, como el test kinesiológico, o la observación del tono energético general: vitalidad en la mirada, fluidez del movimiento, capacidad para respirar de forma plena. Estos elementos enriquecen nuestro diagnóstico y nos permiten personalizar aún más la intervención.

Casos clínicos que nos invitan a ampliar la mirada

Recuerdo a una paciente que, tras una cirugía de rodilla, no recuperaba el rango articular esperado. No había inflamación, ni adherencias, ni dolor limitante. Pero sí miedo. Miedo a perder su independencia, miedo a envejecer, miedo a volver a caminar sola. La rodilla, en Medicina Tradicional China, está asociada al avanzar, al cambio. En cuanto pudimos trabajar desde el reconocimiento de estos temores, su cuerpo empezó a soltar.

Otro caso, un hombre con dorsalgia recurrente, sin hallazgos relevantes en las pruebas. Su rigidez escapular coincidía con un duelo reciente no expresado. Aplicar técnicas de movilización suave junto con momentos de descarga verbal transformó la evolución de su sintomatología. Su relato hablaba de “una carga que no podía soltar”, y justamente eso estaba sucediendo en su espalda.

Incluso en patologías más comunes como las tendinopatías o las cefaleas tensionales, es posible encontrar un trasfondo emocional o energético. No es necesario que el paciente “cuente todo”. Muchas veces, solo con validar la posibilidad de que su dolor tenga una raíz más profunda, ya se produce un cambio en la actitud corporal.

¿Y qué rol juega el terapeuta en todo esto?

La FEI pone especial énfasis en la calidad de presencia del fisioterapeuta. No basta con saber técnica. Es necesario cultivar una escucha profunda, una actitud sin juicio y una sensibilidad hacia lo sutil. Muchas veces, nuestra sola presencia serena, nuestro contacto seguro, puede ser el catalizador del proceso de liberación que el paciente necesita.

Esto nos invita también a revisar nuestra propia postura como terapeutas: ¿estamos disponibles, emocional y energéticamente, para acompañar a otro en su proceso? ¿Reconocemos nuestras propias tensiones internas? ¿Sabemos cuándo algo del paciente nos resuena y cuándo necesitamos apoyo?
La autoobservación del terapeuta es parte fundamental del enfoque integrativo. Y se trabaja como una competencia clínica más: tan importante como saber realizar una buena valoración o aplicar una técnica correctamente.

Una puerta a nuevas formas de sanar

Abordar lo energético no significa dejar de lado lo físico. Todo lo contrario. Es potenciarlo. Es integrar. Es permitir que el tratamiento sea más profundo, más eficaz y más humano. Muchos de estos enfoques se trabajan de forma más profunda en el programa de Fisioterapia Energética Integrativa, donde se aprende a mirar más allá del síntoma físico y entender al paciente en su totalidad.

El cuerpo no miente, pero a veces habla en un idioma que no hemos aprendido del todo. Escucharlo desde lo energético puede ser la clave para liberar lo que aún no se ha podido sanar desde lo puramente físico. Y en ese proceso, también nosotros, como fisioterapeutas, crecemos.
Porque el dolor no siempre pide una técnica. A veces, simplemente pide ser escuchado desde otro lugar.

Mayo 06, 2025

Mayo 06, 2025

Albi