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¿Cómo se refleja el duelo o una ruptura en el cuerpo físico?

Existen momentos vitales que sacuden profundamente a las personas: la pérdida de un ser querido, una separación de pareja, el fin de un vínculo importante. Estas experiencias, aunque emocionalmente reconocibles, también dejan huellas físicas. Como fisioterapeutas, solemos recibir pacientes que acuden con molestias nuevas tras vivir un evento así: contracturas, fatiga intensa, opresión torácica, insomnio, dificultad para respirar, sensación de peso en el cuerpo. ¿Qué tienen en común todos estos síntomas?

La respuesta, desde una mirada integradora, es clara: el cuerpo está procesando un duelo, un evento emocional que no solo afecta el alma, sino también los tejidos, el sistema nervioso y el equilibrio energético. Desde la Fisioterapia Energética Integrativa, comprendemos que el dolor emocional no solo “afecta” al cuerpo, sino que se expresa a través de él.

El cuerpo como vía de expresión del dolor emocional

Durante un duelo o una ruptura, las emociones no expresadas —tristeza, rabia, miedo, vacío— buscan una vía para salir. Cuando no hay espacio o recursos para hacerlo verbalmente, el cuerpo se convierte en el canal de descarga. Y lo hace como puede: a través del síntoma físico.

Esto no significa que el dolor o la lesión “sean psicológicos”, sino que hay una interacción directa entre emoción y estructura corporal. Así como un golpe se convierte en hematoma, una emoción contenida puede transformarse en rigidez muscular, disnea o fatiga crónica.

En estos casos, la fisioterapia puede y debe intervenir, pero con una mirada más amplia que la puramente mecánica. Porque el tejido no solo está tenso: está cargado de sentido.

¿Qué zonas del cuerpo se ven más afectadas?

Desde la observación clínica y el conocimiento de la medicina china, hay ciertas regiones que tienden a reflejar con más fuerza el impacto emocional de un duelo:

  • El pecho y la caja torácica, especialmente en casos de tristeza profunda. Aquí se alojan las emociones relacionadas con el desapego y la pérdida.
  • El diafragma, que limita la respiración libre y profunda, simbolizando la dificultad para “procesar” lo vivido.
  • La garganta, en situaciones donde no se pudo hablar, despedirse o expresar lo que se sentía.
  • El abdomen, sobre todo en rupturas que afectan la identidad, el vínculo y la sensación de seguridad.
  • La pelvis y la zona lumbar, cuando hay una sensación de vacío o pérdida de sostén.

Estos síntomas son reales. No están “en la cabeza” del paciente, aunque su origen no sea estructural. Como fisioterapeutas, podemos tocarlos, sentirlos y, con el enfoque adecuado, liberarlos.

El cuerpo no olvida lo que la mente quiere superar

Una persona puede “haber pasado página” racionalmente, pero su cuerpo puede seguir aferrado a lo perdido. Un duelo no expresado o una ruptura negada pueden generar una tensión interna que se somatiza durante meses o incluso años. El cuerpo guarda la memoria emocional de los vínculos.

En algunos casos, este dolor se manifiesta como una molestia crónica que aparece en fechas especiales: aniversarios, cumpleaños, épocas del año asociadas al evento. En otros, como un estado general de fatiga o apatía corporal que no mejora con descanso.

Desde la Fisioterapia Energética Integrativa, se enseña a leer estos signos como mapas, no como errores. El cuerpo no se equivoca: comunica.

¿Qué puede hacer el fisioterapeuta?

Lo primero es reconocer que estos síntomas tienen una raíz emocional y energética. Luego, acompañar al paciente con respeto y sin interpretar, desde un enfoque que integre cuerpo y emoción.

En términos prácticos, esto se traduce en:

  • Técnicas de contacto energético en zonas afectadas, como el plexo solar, el esternón o el abdomen.
  • Respiración guiada y trabajo diafragmático, para liberar la opresión y facilitar la expresión emocional.
  • Movilizaciones suaves y contenedoras, que den seguridad y presencia al paciente.
  • Espacio de escucha corporal, donde se permita la emoción sin juicio, incluso sin necesidad de verbalizarla.

Muchas veces, no se trata de hablar del duelo, sino de permitir que el cuerpo lo atraviese y lo exprese. Un suspiro, una lágrima o una relajación profunda pueden marcar un antes y un después en la recuperación.

Casos clínicos desde la experiencia

Una paciente acude con dolor interescapular recurrente desde hace meses. No hay hallazgos estructurales. Durante la anamnesis, menciona el fallecimiento reciente de su madre. Al trabajar con contacto energético sobre el esternón y permitir un espacio de silencio, la paciente comienza a llorar. No es necesario decir más. En las sesiones siguientes, el dolor comienza a disminuir.

Otro caso: hombre de 50 años con dolor lumbar sin causa aparente. Al indagar, emerge una separación reciente. Se aplica una sesión enfocada en enraizamiento, contacto en abdomen y sacro, y respiración profunda. El tono lumbar disminuye visiblemente. El síntoma físico mejora cuando se libera la carga emocional subyacente.

Una fisioterapia que acompaña procesos vitales

El duelo, la pérdida y la ruptura forman parte de la vida. Y el cuerpo, como parte viva del ser humano, los siente, los guarda y los expresa. No podemos evitar que nuestros pacientes atraviesen estos procesos, pero sí podemos estar allí para acompañarlos desde el respeto, la técnica y la presencia.

Este tipo de abordaje no requiere dejar de ser fisioterapeutas, sino ser fisioterapeutas más completos. Incorporar la dimensión emocional y energética no nos aleja de lo clínico: nos acerca al ser humano real que está frente a nosotros.

Muchos de estos enfoques se trabajan de forma profunda en el programa de Fisioterapia Energética Integrativa, donde se aprende a mirar más allá del síntoma físico y entender al paciente en su totalidad:
https://fisioterapiaenergeticaintegrativa.com/formacion-en-fisioterapia-energetica-integrativa-para-profesionales

Septiembre 10, 2025

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